Una de mis lecturas más interesantes de este año ha sido "The Son Also Rises" de Gregory Clark, ya conocido por su "Adiós a las limosnas". En su nuevo libro Clark estudia desde un nuevo punto de vista el concepto de movilidad social (definición: la propensión al ascenso o descenso en su estatus social que tiene una persona de un país o raza).
Tradicionalmente esta se medía comparando los ingresos de una persona con los de sus antepasados. Este método daba como resultado un ratio entre 0 y 1 que hacía referencia a la correlación entre el estatus de un padre y su hijo. La correlación entre un hijo y un abuelo sería simplemente el cuadrado de ese ratio etc.
Ya en la universidad, los ratios que estudiábamos me parecían ridículamente bajos. La movilidad social en España por ejemplo es 0,3, lo que quiere decir que la correlación entre la riqueza de un nieto y su abuelo es menor al 0,09 (0,3 por 0,3). La mayoría del mundo académico siempre ha parecido aceptar esto. ¿Pero alguien cree que los nietos de Aznar, Botín o González tendrán sólo una correlación del 9% con la riqueza de sus abuelos y entonces el estatus familiar desaparecerá? ¿Cómo explicar entonces casos como el hijo de Gunilla Von Bismarck dando el pelotazo con Tuenti hace unos años, o la permanencia en la elite tecnológica y política del apellido De la Cierva en España? Esta idea de la movilidad económica parece enfrentarse a lo que vemos día a día. Simplemente está desfasada y Gregory Clark ha venido para enterrarla.
Movilidad a través de los apellidos
Clark ha se ha dedicado a investigar los apellidos de las élites de varios países y a compararlos con los de grupos menos destacados según su pertenencia a profesiones bien pagadas (abogados o físicos), su asistencia a universidades prestigiosas, los impuestos pagados por herencias etc. Esto le ha permitido poder seguir la pista a estos apellidos durante siglos. Los resultados son innovadores. La movilidad es mucho más alta de lo estimado tradicionalmente y muy parecida en todos los países y épocas de la historia.
Como se puede ver en el gráfico, la correlación es parecida en todos los países, incluyendo aquellos alta protección social como Suecia, otros que creen más en el laissez-faire como los EE. UU. e incluso otros en los que varias élites fueron asesinadas como China.
La movilidad social es, por tanto, independiente de la desigualdad económica.
La correlación nunca es 1, es decir las familias nobles/ricas tienden a perder su posición privilegiada con los siglos (lo que se llama "entropía social") y a volver a la media. En esto Clarke está de acuerdo con las ideas tradicionales, su innovación viene en que la vuelta a la media lleva siglos, no décadas, como se creía hasta ahora. Uno de los ejemplos que Clarke usa son los apellidos ingleses descendientes de los normandos, que todavía tienen hoy un estatus social superior a la media en Reino Unido (Tim Berners-Lee es un ejemplo).
¿Cómo se cambia el estatus social?
¿Cómo desaparece esta ventaja? No ocurre simplemente mediante malas inversiones. Si un pueblo o familia con ventaja (o uno desaventajado) se emparenta muchas veces matrimonialmente con otro de estatus distinto, esto puede llevar al cambio de clases. Pero en casos de endogamia (como los judíos askenazi durante siglos o los coptos en Egipto) el mismo estatus puede mantenerse durante siglos. Algo probablemente parecido a lo que ocurre en sentido inverso con los gitanos en España y otros países.
¿Por qué los estudios tradicionales se equivocaban?
Clarke argumenta que existe en las familias un estatus subyacente, que puede manifestarse o no en un momento dado, pero que se transmite de generación en generación hasta que, muy lentamente, desparece.
Lo explicaré con un ejemplo: Imagínate que el hijo de Bill Gates se dedica a la filantropía, generando cero ingresos. Eso llevaría a que el ratio de movilidad entre padre e hijo fuera engañosamente bajo. Sin embargo, generación tras generación, los descendientes de Gates seguirían teniendo un estatus subyacente, de forma que podrán mantener su ventaja durante generaciones.
¿Se trata de la genética?
Clarke parece creer que sí, pero le faltan pruebas, así que no lo asegura del todo. Lo que sí se asegura es que el estatus subyacente de las familias se transmite igual que la genética, como lo haría la estatura o el color de los ojos. Luego también influye la pertenencia a grupos importantes, la cultura etcétera.
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